Hay una mujer. La amo. Podría decir, punto por punto, por qué. Podría enunciar sus rasgos de carácter, sus inclasificables rasgos de carácter, buenos y malos, que me han llevado a amarla: habla griego, tiene pecas, tiene una herida en la frente, una leve señal de interrogación; es radical, le gusta la buena vida, su cabellera es larga y ondulada, su boca es agria, su corazón es débil, sus muslos son cortos (uno más que el otro), (...); le gusta Italo Calvino, los copos de avena, tiene la piel morena, es vulgar y pudorosa a la vez, con la misma determinación valiente. Podría contar con los dedos de una sola mano las veces que la he visto, etcétera.
"La verdad es que te amo." Se lo cree y no.
(Texto del libro "Una mujer", de Péter Esterházy.)
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