jueves, 12 de diciembre de 2013

Bartleboom.

No sé. Hay gente que se muere y, con todos los respetos, no se pierde nada. Pero él era de los que, cuando ya no están, lo notas. Como si el mundo entero, de un día para otro, se hiciera un poco más pesado. A lo mejor este planeta, y todo lo que hay en él, flota en el aire sólo porque hay muchos  Bartlebooms por ahí, ocupados en mantenerlo en su sitio. Con su ligereza. No tienen cara de héroe, pero mantienen el garito en marcha. Son así. Bartleboom era así. O sea: era capaz de cogerte por el brazo, un día cualquiera, por la calle, y decirte en gran secreto
-Una vez vi ángeles. Estaban en la orilla del mar.
A pesar de que él no creía en Dios, era un científico, y no mostraba gran predisposición hacia las cosas de la Iglesia, no sé si me explico. Pero había visto ángeles. Y te lo decía. Te cogía del brazo, un día cualquiera, por la calle, y con la maravilla en los ojos te lo decía.
-Una vez vi ángeles.
¿Cómo no querer a alguien así?

( Fragmento de "Océano mar", de Alessandro Baricco.) 

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