que difícil es verles la cara a tus miedos. que difícil tener que mirarlos a los ojos, no poder pestañear siquiera. enfrentarte sin haber escogido esa opción.
el vértigo que da el segundo antes del paso, como cuando sólo dependes de una cuerda, de una cuerda lo bastante fina como para que te genere dudas, y en frente, abismo, y nada más. piensas, y lo único que te hace caer es un empujón, una patada lo suficientemente fuerte, algo que te haga olvidar, que te haga olvidar el miedo, las dudas, que te empuje adelante, aunque el vértigo sea incansable, y el miedo a caer, caer otra vez... no puede ser.
pienso, digiero, todo extraño, todo sin sentido. estoy a punto de caer, a punto de creer. que dificil es mantener la calma cuando el mar susurra, y la noche oculta! quitarte la venda de los ojos. no es la primera vez. esta es la diferencia entre valientes y cobardes, los valientes se fuerzan, aunque no les guste, los cobardes viven de excusas, de abandonos, de autocompasión y demasiado amor propio. las excusas son cosas de cobardes. los miedos, en cambio, son el principio de la valentía, la oportunidad que da la vida para poder avanzar, crecer, subir un poco más arriba. Crecemos a base de las heridas pasadas, te aferras al dolor de otro, tiras de su dolor, para poder tapar el tuyo, subir un paso mas, haces que el tuyo no existe, olvidas tus miedos, y de repente, miras, miras otra vez, alli está, allí está otra vez, y solo quieres gritar, porque a penas puedes pestañear, y eso es terrible, terrible, terrible...
las noches que no acaban. los dias eternos. pero quedan dos días, apenas dos dias y todo termina, la calma, la paz.
uno siempre vuelve a los sitios donde amó la vida. siempre vuelvo, nuevo, fresco,renovado.
Dichosa cuerda...
ResponderEliminarBuen escrito.
Saludos!