miércoles, 6 de agosto de 2014

X.

Estoy en un momento bajo. Puedo admitirlo. Eso debe significar que lograré pasarlo. 
Estoy en un momento bajo, ciertamente. No puedo habérmelas con todo lo que me asalta a menos que consiga ayuda y solo hay una persona que quiero que me ayude y esa persona es X. No puedo seguir caminando con mi cuerpo por las calles a menos que ya no exista en su pensamiento y a sus ojos. Las personas tienen este problema con frecuencia, y sabemos que es culpa suya y que tienen que cambiar su forma de pensar, eso es todo. No es un problema honorable. El amor no es serio, aunque puede ser fatal. Leí eso en alguna parte y lo creo. Gracias a Dios no sé dónde está él. No puedo telefonearle, ni escribirle cartas, ni asecharlo en la calle.
Un hombre con quien había roto solía seguirme. Finalmente me convenció para que entrase en un café a tomarme un té con él. 
-Sé qué clase de espectáculo soy -dijo-. Sé que si aún te queda algo de amor por mí esto lo destruirá.
Yo no dije nada.
Él golpeó la cuchara contra el azucarero.
-¿En qué piensas cuando estás conmigo?
Yo quise decir "No lo sé", pero en vez de eso dije:
-Pienso en lo mucho que deseo irme.
Se levantó de inmediato, temblando, y dejó caer la cuchara sobre el suelo.
-Estás libre de mí -dijo con voz entrecortada.
Esta es la escena, cómica y horrible, teatral y real. Él tenía una desesperada necesidad, como yo la tengo ahora, y no siento compasión por él, y no siento no haberla sentido. 



"El autobús Bardon" alice munro

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